Con los años fueron forjando su propio camino. Neto con la crisis de 1995, se ha quedado sin empleo, con deudas y muchas preocupaciones para sacar adelante a su familia; y Jocoque, igualmente quebrado, vive como un haragán a la espera de que alguna de sus brillantes ideas de negocios pueda ayudarlos a salir de pobres a él y a su hermano.
Es en la epifanía de una de esas “ideas” que Jocoque encuentra en el transporte público al obispo de Roma, el mismísimo papa Juan Pablo II. En realidad, a quien encuentra, por supuesto, es a Pancho, un hombre físicamente idéntico al papa. Esto es para el gran holgazán a todas luces el negocio del siglo que, en plena crisis económica, compartirá con su hermano para buscar volverse ricos. Así, Neto habrá de encontrar la forma de engañar a la mujer más dura que han conocido, nada más y nada menos que Mamá Oralia, para que les pague el derecho a una misa con el santo padre. Unos cuantos millones que la mujer con más fe y dinero en todo San Pedrito bien puede permitirse.
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